RESUMEN:
1. El documento ofrece una lectura situada desde Chile acerca de la escalada diplomática entre China y Japón en torno a la seguridad de Taiwán. Cuestión relevante, considerando que el 40% de las exportaciones nacionales —cobre y otros commodities estratégicos— dependen de la estabilidad de las líneas de comunicación marítima y puntos de estrangulamiento que conectan el Pacífico sur con los mares de China.
2. En un contexto descrito por la CEPAL como “nueva era de interdependencia instrumentalizada”, donde comercio, finanzas y tecnología constituyen instrumentos de coerción geopolítica, la estabilidad de ese corredor deja de ser un asunto lejano y se convierte en una variable central para el interés nacional de un Estado medio menor y marítimo-comercial como Chile.
3. Sobre esa base, la nota analiza la controversia retórica entre China y Japón detonada por la declaración de la primera ministra Sanae Takaichi, quien señaló ante el parlamento que un eventual uso de la fuerza por parte de China contra Taiwán podría constituir una “situación que amenaza la supervivencia” de Japón, categoría jurídica que activa el mecanismo de autodefensa colectiva previsto en la legislación de seguridad de 2015.
4. Este episodio expresa un giro doctrinario más profundo en la política de Japón, sustentado en el creciente revisionismo del pacifismo constitucional y en la implementación de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, el Libro Blanco de Defensa y el Diplomatic Bluebook, a través de los cuales Japón transita desde la histórica ambigüedad estratégica hacia una forma de “claridad estratégica limitada” respecto a Taiwán.
5. Desde el enfoque del realismo estructural, el texto subraya que Tokio calibra su postura para ampliar su margen de poder relativo, reforzando la alianza con la estrategia de contención norteamericana y extendiendo, mediante una interpretación expansiva de la “situación que amenaza la supervivencia”, los escenarios en los que podría proyectar fuerza militar en el estrecho.
6. En perspectiva histórica, esta coyuntura se inscribe en una rivalidad estratégica de largo plazo entre China y Japón, atravesada por el “siglo de humillación nacional” chino, la desmilitarización japonesa de posguerra y la posterior normalización de relaciones sobre la base del Comunicados y Tratados de Paz bilaterales. Estos “documentos básicos” fijaron el reconocimiento de la República Popular China como único gobierno legítimo de China, la aceptación por parte de Japón de la postura de que Taiwán es parte inalienable de su territorio y el compromiso de limitar los vínculos con la isla a intercambios de carácter no estatal.
7. El desplazamiento retórico actual, leído desde Beijing, confirma que Tokio está integrando cada vez más explícitamente la cuestión taiwanesa a la arquitectura de contención liderada por Estados Unidos, cruzando un umbral político-estratégico en un tema definido como existencial.
8. En definitiva, el creciente dilema de seguridad en torno al Estrecho de Taiwán avanza hacia una fase más inestable, en el que la rivalidad y la sospecha se acrecienta y los márgenes para la distención disminuyen.
9. El texto identifica la relevancia geopolítica del Estrecho de Taiwán como chokepoint de alcance global. Retomando datos de UNCTAD, recuerda que más del 80% del volumen del comercio mundial se mueve por vía marítima y que por ese estrecho transita cerca de la mitad de la flota mundial de portacontenedores y el 88% de los buques de mayor tonelaje, equivalentes a unos 2 billones de toneladas de carga anuales. Se trata de un corredor sin alternativas rentables para el transporte de combustibles, bienes manufacturados, alimentos y, en particular, componentes electrónicos de alta complejidad. La isla concentra entre el 60% y el 70% de la producción global de semiconductores y más del 90% de los más avanzados, configurando un auténtico chokepoint tecnológico.
10. En un escenario de cadenas de valor orientadas hacia Asia oriental y el sur de Asia, esta concentración aumenta la frágil dependencia del comercio internacional de unos pocos puntos de estrangulamiento primarios.
11. Desde Chile, esto se traduce en vulnerabilidades específicas. La nota detalla tres dimensiones: comercial-fiscal, logística y sistémica. En el marco de la interdependencia instrumentalizada, estos shocks pueden ser además empleados como instrumentos de presión política mediante sanciones, controles tecnológicos o restricciones financieras.
12. Frente a este cuadro, la nota sitúa la posición de Chile a partir de su “conducta invariable de política exterior” en torno al principio de “Una sola China”. Reconstruye cómo, desde el establecimiento de relaciones diplomáticas impulsadas por Salvador Allende y su profundización durante la dictadura militar, Chile ha reafirmado de manera consistente este principio, actualizándolo en declaraciones conjuntas y en comunicados, que ratifican que Taiwán es parte inalienable del territorio chino, apoyan la reunificación pacífica y rechazan cualquier fórmula de independencia o estatuto soberano separado.
13. Ese posicionamiento se ancla en la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU, en la interpretación de los órganos del sistema que tratan a Taiwán como provincia de China sin personalidad internacional separada y en el marco normativo interno de la RPC (Constitución y Ley Antisecesión). De este modo, el principio opera como base político-diplomática de la asociación estratégica con China, facilitando acuerdos de libre comercio pioneros, acceso preferente al mercado chino e inversiones clave.
14. A partir de ahí, el documento introduce la idea de “doble inserción” de Chile: una economía estructuralmente integrada a China asiática, y un sistema de defensa nacional históricamente articulado al esquema de seguridad hemisférica de Washington. En este contexto, donde las grandes potencias compiten por lealtades e influencia, el principal activo de un Estado semiperiférico es su reputación como actor confiable, coherente y predecible.
15. De ahí la recomendación de sostener de manera invariable el principio de Una sola China y mantener una posición de “realismo prudente” respecto del empleo del instrumento militar en cooperación militar internacional, limitando la participación en las denominadas operaciones de libertad de navegación promovidas bajo la categoría no jurídica de “Indo-Pacífico libre y abierto”, percibidas por la RPC como actividades hostiles e incompatibles con el derecho internacional.
16. Finalmente, señala que ante la contracción de su espacio diplomático formal, Taiwán ha desarrollado una diplomacia de segundo track basada en oficinas económicas y culturales, programas de becas y redes de expertos, así como en think tanks e instituciones de defensa que operan en foros como CSCAP y diálogos de seguridad, construyendo narrativas favorables a su “participación significativa” en la comunidad internacional y al fortalecimiento de la diplomacia militar.
17. En Chile, estas prácticas configuran una paradiplomacia infraestatal de segundo track que, en algunos casos, abordan núcleos sensibles de seguridad internacional, y que por lo tanto, puede ser interpretada por la comunidad internacional como una erosión de los principios y compromisos compromiso multilaterales de Chile, poniendo en cuestión su previsibilidad.
18. La nota concluye que el Estado tiene la obligación de ordenar y jerarquizar estos canales, integrando la evaluación de estos riesgos sistémicos en la planificación de la defensa y la política exterior, y articulando una doctrina clara sobre los límites de la paradiplomacia y los canales legítimos de relacionamiento internacional.
Equipo de redacción
21 de noviembre 2025




